La posible instalación de una planta de Gas Natural Licuado (GNL) en Bahía Blanca representa una oportunidad histórica para la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Se trata de una inversión monumental, cercana a los 50.000 millones de dólares, que no solo duplicaría el valor económico de Bahía Blanca, sino que también traería consigo una transformación significativa en términos de infraestructura y empleo.

Esta inversión promete generar alrededor de 15.000 empleos durante la fase de construcción, además de la creación de un nuevo complejo petroquímico debido a la gran cantidad de gas que se exportará. La mejora en la infraestructura no solo beneficiaría a Bahía Blanca, sino a toda la provincia de Buenos Aires. Esta inversión puede ser vista como un acto de justicia para la ciudad, dado que las decisiones técnicas y empresariales previas ya habían favorecido a Bahía Blanca como el lugar idóneo para este desarrollo.

La definición de la ubicación de la planta tiene un fuerte componente político. YPF ha solicitado al puerto de Bahía Blanca que reserve 15 hectáreas para el proyecto, una señal clara de intención. Sin embargo, otras provincias, como Río Negro y Neuquén, también están en la contienda, respaldadas por sus legisladores y el interés de redistribuir inversiones hacia sus regiones. Este movimiento político ha generado una competencia intensa, con todas las partes buscando asegurar apoyo para sus propuestas.

El apoyo del gobernador de la provincia de Buenos Aires es crucial en esta etapa. La participación activa del gobierno provincial y de los legisladores es fundamental para reforzar la posición de Bahía Blanca como el destino preferido para la planta de GNL. La reciente visibilización del proyecto, que hasta ahora se había manejado en silencio, es parte de una estrategia para asegurar que la comunidad y los actores locales comprendan la magnitud y las ventajas de esta inversión.