El cubanito es mucho más que un simple postre en Bahía Blanca; es un emblema local que refleja la identidad de la ciudad.
Canal Siete estuvo en la segunda fiesta del cubanito y consultó cuál es la clave para hacer un buen cubanito y muchos coincidieron en la constancia y en ofrecer siempre productos frescos y de alta calidad.
Sin importar la variación (sea el cubanito tradicional, bañado en chocolate o una versión innovadora) el dulce de leche debe ser siempre el protagonista, acompañado de una masa crocante que resalte aún más su sabor.
Un cubanito bien hecho rebalsa de dulce de leche, y la atención al cliente juega un papel fundamental en la experiencia, dijeron los vendedores. Para muchos, la buena onda y el trato cálido del vendedor son tan importantes como el producto mismo.
Además dijeron que los secretos detrás de este clásico bahiense se resumen en la experiencia, el uso de los mejores ingredientes y el amor que se le pone en cada oblea y cada capa de dulce de leche.
El cubanito es un símbolo que va más allá del postre. Es parte de la vida cotidiana en Bahía Blanca: una excusa perfecta para una charla con amigos o para compartir en una ronda de mate. Para quienes visitan la ciudad, el cubanito es una parada obligatoria, una tradición que invita a disfrutar de su sabor inconfundible y de la hospitalidad bahiense.
“Cada domingo, sábado, feriado o incluso entre semana, los parques de Bahía Blanca se llenan de familias y amigos que no se van sin disfrutar de un cubanito” dijo un cubanitero. Un producto que no se encuentra en otras provincias y que se ha convertido en una parte esencial de la cultura local. El cubanito, como tradición, es algo que los bahienses hicieron suyo con orgullo y que, generación tras generación, siguen compartiendo.