Silvana Freinquel, una bahiense residente en Orlando, compartió su angustiante experiencia durante los días previos al paso del huracán que azotó la región. “Acá se vive una psicosis muy grande”, comentó. “Los supermercados estaban sin agua y papel higiénico; la gente sentía que el mundo se iba a acabar”.
Freinquel describió cómo la llegada del huracán Milton impactó especialmente en áreas cercanas a la costa, como Sarasota y Tampa, donde los efectos fueron devastadores. En Orlando, afortunadamente, el huracán llegó como categoría uno, lo que resultó en vientos fuertes y lluvias intensas durante tres días. “Realmente tenemos que agradecer que no pasó a mayores, solo cortes de luz que no habíamos experimentado en los tres años que llevamos viviendo aquí”, añadió.
La angustia se sentía no solo en los supermercados, sino también en las calles. Silvana relató cómo, desde la tarde anterior al huracán, todos los negocios cerraron y la sensación de desolación era palpable. “Nunca habíamos visto todo tan cerrado. Hoy salimos para verificar cómo estaban nuestros negocios, pero afortunadamente solo hubo algunos árboles caídos y los cortes de luz“, expresó.
La situación provocó una notable psicosis en la comunidad, con gasolineras que se quedaron sin combustible y personas abandonando sus viviendas en Tampa antes de la llegada del huracán. “La gente estaba muy asustada”, comentó Freinquel, “pero los servicios de emergencia hicieron un buen trabajo manteniéndonos informados y protegidos“.
En cuanto al turismo en Orlando, Freinquel indicó que, a pesar de la situación, muchas personas buscaron refugio en la zona. Sin embargo, hoy se sentía como un “feriado nacional”, con todos los negocios cerrados, algo inusual en la ciudad conocida por su actividad constante.
“Esta ha sido la experiencia más difícil que hemos vivido desde el punto de vista meteorológico“, concluyó, recordando otros huracanes como Matthew e Ian, que no habían tenido un impacto tan severo. “Este fue mucho más acelerado y destructivo“.
