Carlos Alberto Lahitte, un nombre que resonó con fuerza en el mundo del arte, falleció este miércoles a los 96 años. Nacido en Bahía Blanca en 1928, Lahitte dejó una huella imborrable en la cultura argentina y más allá, destacándose como un multipremiado artista plástico y caricaturista.
Su formación artística comenzó en la Escuela de Bellas Artes de Proa y en la Asociación Plástica Argentina, donde se perfeccionó bajo la dirección de Cecilia Marcovich. En 1950, egresó como Profesor Nacional de Dibujo de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, consolidando así una base que lo catapultaría a escenarios de gran relevancia.
En 1963, su talento traspasó fronteras cuando fue invitado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, experiencia que le permitió compartir con destacados artistas plásticos y caricaturistas políticos. Además de su labor como dibujante y pintor, dictó conferencias y talleres que enriquecieron el panorama artístico de la época.
Lahitte también dejó su marca en el ámbito periodístico, publicando caricaturas en el diario La Nueva Provincia de su ciudad natal, labor por la que recibió el prestigioso Premio de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas. Además, presidió la Asociación de Artistas Plásticos de Bahía Blanca, desde donde impulsó la actividad artística local.
Su obra fue expuesta en escenarios emblemáticos como el Museo de la Casa Rosada, el Congreso de la Nación, el Museo Municipal de Bellas Artes de Bahía Blanca, y el Centro Cultural de Necochea, entre otros. La calidad de su trabajo le valió numerosos premios, destacándose el Primer Premio en el Salón de Coronel Suárez (1974), la Segunda Bienal de Arte para el Adulto en el Palais de Glace (1999), y el Salón de Pigüé (2003).
Lahitte residía en Miami, pero su conexión con Bahía Blanca y la Argentina fue permanente, como lo reflejan las múltiples distinciones recibidas a lo largo de su vida. Desde el Primer Premio en el Salón del Ateneo Cultural de la Juventud en 1946 hasta menciones especiales en la última década, su trayectoria fue una sucesión de reconocimientos al talento y la dedicación.
Con su partida, el arte argentino pierde a un exponente singular, cuya obra y legado seguirán inspirando a generaciones futuras. Carlos Lahitte no solo fue un artista; fue un maestro que vivió para el arte y lo enriqueció con un talento único e irrepetible.
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