Vecinas y vecinos del barrio Villa Mitre, alzan la voz frente a una situación que consideran inaceptable: una remodelación peatonal en la tradicional zona de “las cinco esquinas” no solo modificó el entorno urbano sin consenso, sino que trajo consigo un problema que antes no existía: las inundaciones.
Quienes viven en la zona aseguran que desde la finalización de esta obra, cuando llueve, el agua no escurre como antes y varias casas y comercios sufren anegamientos. “Yo nací acá, tengo casi 40 años, y jamás se inundó. Desde que hicieron esta obra, sí. Evidentemente algo se hizo mal”, sostuvo una de las vecinas impulsoras del reclamo.
Ante esta situación, en marzo del año pasado solicitaron una auditoría técnica a través del Concejo Deliberante. El pedido fue que la Universidad Nacional del Sur, mediante un convenio con el municipio, analizara qué fue lo que falló: el proyecto, la ejecución o ambos. Sin embargo, un año después, los resultados aún no han sido entregados.
La preocupación crece porque, según expresiones públicas del intendente y del secretario de Obras Públicas, el municipio estaría evaluando invertir nuevamente fondos para reparar la obra. “Queremos que se solucione, claro, pero no con la plata de los vecinos. Si hubo errores, hay responsables que deben hacerse cargo, ya sea la empresa, los funcionarios o el profesional que firmó el proyecto. Hay leyes que lo dicen”, enfatizó Gisela Caputo, vecina y concejal.
La Ley Provincial 10.149 sobre responsabilidad del Estado establece que, ante fallas de funcionarios o empresas contratistas, se deben aplicar sanciones administrativas o incluso judiciales. Por eso, la comunidad de Villa Mitre comenzó una junta de firmas exigiendo transparencia, la entrega de la auditoría y que los responsables se hagan cargo.
Los comerciantes de la zona también expresaron su hartazgo. “Durante meses vimos cómo la obra se hacía mal. Lo dijimos, pero nadie nos escuchó. Hoy hay locales que no pueden ni sacar una mesa a la vereda porque el lugar se inunda”, relataron.
Para muchos, la intervención urbana no solo generó daños materiales, sino también una transformación no deseada del paisaje barrial. “Las cinco esquinas eran parte de nuestra identidad. Sacaron el mástil, una esquina entera… ¿Quién decidió eso? No nos consultaron y ahora pagamos las consecuencias”, se lamentó una mujer que vive en la zona y asiste regularmente al club.
Más allá de la obra puntual, los reclamos se amplían hacia el estado general del barrio tras la inundación de marzo. “Las calles siguen sucias, llenas de tierra, y los vecinos estamos esperando otra lluvia para volver a inundarnos”, comentó otra residente. Además, surgieron quejas sobre la distribución de boletas municipales y la falta de información clara sobre exenciones por los daños sufridos.
