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“El cáncer fue más rápido que la burocracia”: la dura batalla de una madre para acompañar a su hijo

Leticia Rodríguez es la mamá de Máximo Pelereti, un niño de Bahía Blanca que enfrenta un diagnóstico devastador: hepatocarcinoma con metástasis pulmonar. En su voz se mezcla el agotamiento, la dignidad y una firme convicción: hacer todo por su hijo, aun cuando el sistema parezca jugar en contra.

Llegás a Capital y te encontrás con un mundo desconocido”, resume Leticia desde Buenos Aires, donde lleva más de tres meses junto a Maxi, luego de ser trasladados de urgencia ante la falta de especialistas en Bahía. “Me encontré no solo con la enfermedad, sino con la soledad, con una ciudad enorme que te dice: ‘No, para provincia de Buenos Aires no tenemos nada’. Todo es burocracia”.

Desde que puso un pie en el Hospital Gutiérrez, Leticia no solo cuidó a su hijo: también debió convertirse en gestora, en asistente social improvisada, en vocera de una realidad que se repite en silencio. “La Ley Nacional de Oncopediatría prometía acompañamiento, subsidios, pasajes. Pero no llegamos. No pudimos acceder por trámites interminables. Hoy Maxi ya no es paciente oncológico. El cáncer fue más rápido que toda la burocracia.

El primer diagnóstico fue erróneo: leucemia. Luego, la confirmación de una enfermedad mucho más rara y agresiva. “Es un caso único entre millones de niños”, dice Leticia, con la serenidad que otorgan los días duros. Intentaron quimioterapia, pero esta semana recibieron el golpe más cruel: los médicos confirmaron que el tumor ya no responde. “Nos ofrecieron seguir internados, pero Maxi quiere volver. Quiere estar con sus hermanos, en su ciudad.”

Hoy su objetivo es simple, pero no menos urgente: volver a casa. “Necesitamos un avión porque Maxi no puede viajar en micro por el dolor. Mis compañeras del secundario están consiguiendo un lugar acondicionado para él. Pero necesitamos apoyo. Todo es carísimo: los medicamentos, la alimentación especial, los traslados. Y ya no hay cobertura del Estado.”

La impotencia de Leticia es profunda. “Nación, provincia, municipio… nadie respondió. Llamé a todas las oficinas. Nadie me devolvió una llamada. Ni un ‘¿cómo están?’. El trámite de la Ley de Oncopediatría recién ahora está por llegar. Tarde. Siempre tarde.

Aun así, no todo ha sido abandono. La solidaridad de Bahía Blanca ha sido su ancla. “Gracias a los bahienses pude estar en Buenos Aires. Gracias a amigos, familia, la comunidad. Maxi se volvió un poco hijo de todos. Gracias a eso seguimos de pie.

Leticia no pide lujos. Solo una red que los sostenga para que su hijo pueda transitar este tiempo con dignidad, rodeado de amor. Su alias para colaborar es Leticia448.

“Pido oraciones, acompañamiento, y que el Estado deje de mirar para otro lado. Porque no puede ser que tengamos que elegir entre cuidar a un hijo o pelear contra un sistema que te suelta la mano cuando más lo necesitás.”

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