La inundación que azotó la ciudad no dejó afuera al vivero municipal. El agua ingresó con fuerza, arrasando con espacios clave para el trabajo diario y dejando un saldo preocupante: destrucción total del invernadero de otoño-invierno, pérdida del 70% de los árboles y especies herbáceas, y graves daños en la oficina central, lugar donde el equipo se resguarda en los días fríos.
“El daño fue muy grande”, describió Daiana Goñi desde el equipo del vivero, compuesto por 25 personas que asisten al lugar todos los días. “El agua entró con mucha fuerza desde el apostadero. Se rompió todo: se cayeron los alambrados, la oficina quedó inutilizable, y el invernadero más importante para la producción de invierno desapareció”.
Este espacio no solo se encarga de la producción de árboles y plantas que nutren la forestación urbana, sino que también cumple un rol social fundamental. “Más allá de lo productivo, este es un lugar de contención para muchos chicos. Acá aprenden un oficio, se forman en una profesión hermosa como es el viverismo, y encuentran en este lugar no solo un trabajo, sino un sentido de pertenencia”.
La reconstrucción ya empezó, con el apoyo del programa Huerta de la ciudad y el acompañamiento del municipio. Sin embargo, el desafío es grande: se busca recuperar la matera reinaugurada el año pasado, reinstalar al menos un invernadero para volver a producir en el invierno y reparar todo el espacio dañado. También es urgente reponer el alambrado perimetral, que además de proteger la producción, evita ingresos no autorizados que podrían agravar aún más la situación.
“Nos toca, como siempre, meterle para adelante. Este espacio hace mucho por la ciudad y por quienes trabajamos acá. Si podemos dejarlo como estaba, o mejor, vamos a hacerlo. No vamos a bajar los brazos”, aseguró Goñi.
