En el 147° aniversario de General Daniel Cerri, las calles no solo se llenaron de banderas y festejos. También hubo espacio para el recuerdo, las emociones y agradecimientos, en una localidad que aún sacude el polvo y el agua de la última catástrofe climática.
Chicha, vecina del pueblo, es testimonio viviente de su historia. Con 92 años y una vitalidad contagiosa, se emociona al repasar su vida: “Nací acá. Trabajé en la lanera, me jubilé ahí. Me casé con un muchacho que también trabajaba ahí. Tuvimos hijos, nietos. Fui feliz”. Su relato mezcla gratitud y nostalgia, pero también deja entrever las heridas que dejó la inundación reciente. “Nos emocionamos mucho con el himno del pueblo. Era como ver una película de todo lo que habíamos vivido”.
Durante aquella madrugada crítica, su barrio fue uno de los más afectados. Pero el desastre no solo mostró la fuerza del agua: reveló la fuerza del pueblo. “Yo vivo al lado de la panadería. Nos metimos ahí, subimos y éramos 71 personas en tres dormitorios. Había bebés, chicos, perros, gatos. Todos refugiados, todos abrazándonos”, cuenta una vecina cuya voz tiembla al recordar.
En medio del caos, las redes espontáneas de ayuda surgieron con una potencia imparable. Casas convertidas en albergues, panaderías como centros de refugio, clubes y escuelas como espacios de contención. “Lo más importante no era la comida, ni la ropa, que sí, eran vitales, sino el abrazo, la escucha. La humanidad”, sintetiza otra vecina que fue evacuada con su esposo en un inflable y luego subida a un camión que la llevó hasta el Club. “Allí, Juan José de la Torre empezó a organizar todo. Era increíble ver cómo llegaba gente con paquetes, con lo que tuviera. Fue conmovedor”.
Ahora, a la distancia, muchas de esas vecinas admiten que la angustia llegó más tarde, cuando el agua bajó y la mente comenzó a procesar. “En ese momento, no ves todo. Actuás. Después viene la angustia, la tristeza, el cansancio acumulado”, dicen. Pero también aseguran que lo que permanece es la gratitud. “No sé cuántos años más voy a vivir, pero los que tenga, voy a estar agradecida con toda esta gente. Porque se comportaron de una manera que no se olvida”.
Cerri cumple años, pero no celebra solo con actos. Celebra con memoria y comunidad. Celebra con vecinos que no se sueltan la mano, incluso en el agua. Porque si algo demostró esta localidad, es que la solidaridad no se inunda: flota y sostiene.
Esta entrada ha sido publicada el 27 de mayo, 2025 13:18
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