Franco Adrián Toro, un joven bahiense de 29 años, murió ahogado en Punta del Este la madrugada del 1° de enero tras lanzarse al mar para rescatar a una amiga que había quedado atrapada en el agua. Casi seis meses después de aquella trágica madrugada, su madre, Gabriela Wilberger, difundió una sentida carta abierta donde mezcla el dolor irreparable con la gratitud por la contención recibida en medio del caos.
El episodio ocurrió en una zona comprendida entre las playas Los Dedos y El Emir, donde está prohibido ingresar al mar por la peligrosidad de las corrientes. Franco había ido a la playa junto a cinco amigos luego de los festejos de Año Nuevo. Dos chicas ingresaron al agua; una logró salir, pero la otra quedó atrapada. Franco y otro joven se arrojaron para ayudarla. Él no volvió.
“Desde el 1 de enero de 2025 estoy viviendo una vida completamente distinta”, escribe Wilberger, en una carta. En el texto, expresa un profundo agradecimiento a todos los que formaron parte de la búsqueda y contención posterior: desde autoridades uruguayas hasta la comunidad bahiense.
“Desde el momento que recibí la noticia sobre la desaparición de mi hijo, me sentí cuidada y respetada a toda hora”, señala. Destaca especialmente el trabajo de la cónsul María Andrea Rosconi, el prefecto Sebastián Sorribas, y los guardavidas Pablo Techera, Ariel Machado y Diego González, a quienes agradece por haber sostenido su dolor y cumplido la promesa de encontrar a su hijo.
“Lo que quedó de su cuerpo volvió al mar”, escribe en una de las frases más conmovedoras, al describir el momento en que esparcieron las cenizas de Franco en la costa uruguaya. “Fue símbolo de reencuentros futuros, una entrega indescriptible”, relata, en un párrafo que combina lo desgarrador con lo simbólico.
“Dejar las cenizas de mi hijo en vuestras playas fue uno de los momentos más difíciles que como madre me tocó atravesar, acompañando a mis hijas a despedir a su hermano y a que todo nuestro entorno entendiera las decisiones que tomábamos, porque así lo propone el destino y los 30 años que pude compartir junto a mi hijo”, escribió la mujer.
“Regresarlo al mar fue símbolo de reencuentros futuros, fue una entrega, fue indescriptible y cuando me di vuelta, me di cuenta de la cantidad de gente maravillosa que estaba ahí para sostenerme, me encontré con muchas personas que de repente, parecía que las conocía de antes, no me daba cuenta lo importante que fueron en este tiempo y por las que estoy, en este momento, escribiendo esta carta”.
La carta también destaca la empatía del pueblo uruguayo, a quienes define como “personas que parecían conocidas de antes” y por quienes afirma sentir un agradecimiento eterno. También tuvo palabras para la comunidad de Bahía Blanca, que colaboró activamente en una colecta organizada por los amigos de Franco, así como personas que ayudaron de forma anónima.
“La tristeza será constante, aunque a veces le cierre la puerta y no quiera dejarla entrar”, admite la madre, al tiempo que destaca que el acompañamiento humano fue clave para poder empezar cada día de otra manera.
“Gracias Uruguayos, gracias a quienes nombro aquí y a los que no nombro, pero sé que estuvieron de alguna manera para que podamos transitar este momento tan difícil”.