La medicina avanza a pasos agigantados, y uno de los grandes protagonistas de esta transformación es el láser. En el campo de la urología, su aplicación ya no es una promesa: es una realidad que mejora la vida de miles de pacientes, permitiendo procedimientos mínimamente invasivos, efectivos y con una recuperación veloz. Así lo explicó el doctor Rubén Trobbiani, especialista en urología y referente en el uso de tecnología láser aplicada a esta especialidad.
La palabra láser proviene del inglés Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation, es decir, “amplificación de luz por emisión estimulada de radiación”. En términos simples, se trata de un haz de luz invisible que, al ser enriquecido con distintos elementos químicos y reflejado mediante espejos, adquiere una energía suficiente para realizar tareas muy específicas. En medicina, y particularmente en urología, esa energía es utilizada con extrema precisión para tratar diversas afecciones.
“El láser es un tipo de energía que nos permite realizar tratamientos con gran precisión, sin cortes, y aprovechando los orificios naturales del cuerpo, como la uretra”, explicó Trobbiani. Esto reduce significativamente el dolor postoperatorio, el sangrado y los tiempos de internación. “Muchos pacientes reciben el alta el mismo día”, agregó.
Uno de los usos más frecuentes del láser en urología es el tratamiento de los cálculos urinarios o litiasis, conocidas comúnmente como “piedras”. Esta afección afecta tanto a hombres como a mujeres de todas las edades.
“El láser puede fragmentar las piedras en partes más pequeñas o disolverlas hasta convertirlas en un polvo fino, como arena de playa. Luego, ese residuo se elimina naturalmente a través de la orina”, detalló el especialista.
La técnica no sólo evita la cirugía convencional, sino que permite tratar las piedras dentro del riñón, la vejiga o el uréter con un altísimo nivel de efectividad. En los casos más complejos, con mayor carga de cálculos, puede requerirse más de una intervención, pero en general, un solo procedimiento es suficiente.
Otra aplicación clave del láser es en el tratamiento del agrandamiento prostático, una afección frecuente en hombres a partir de los 50 años. “Antes, estos casos requerían cirugías invasivas, algunas incluso con apertura abdominal. Hoy, gracias al láser, podemos remover solo la parte interna de la próstata, como si sacáramos la pulpa de una naranja dejando la cáscaram sin grandes incisiones”, describió Trobbiani.
Este procedimiento se llama enucleación prostática con láser de holmium (HoLEP). “Se tritura el tejido dentro de la vejiga y se lo extrae. El paciente suele estar internado solo un día o día y medio”, comentó el especialista, subrayando que es una técnica menos agresiva y con resultados clínicos muy eficaces.
El uso del láser en medicina no es nuevo, pero en las últimas décadas se ha perfeccionado y expandido notablemente. En urología, se ha convertido en el “estándar de oro” para muchos tratamientos por su capacidad de actuar con exactitud, minimizando riesgos y acelerando la recuperación. También se aplica con éxito en casos de tumores de vejiga y otras lesiones.
“La gente le teme al dolor de los cálculos o a las cirugías prostáticas, y el láser ofrece una solución real, segura y menos traumática. Es una revolución silenciosa, pero que cambia vidas”, concluyó Trobbiani.
Esta entrada ha sido publicada el 4 de junio, 2025 17:01
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