Durante las recorridas del programa “Casa por Casa”, impulsado por el municipio, quedó claro lo que muchos sospechaban pero pocos decían en voz alta: la salud mental y las adicciones están golpeando fuerte, y detrás de cada puerta hay una historia esperando ser contada.
Adrián Di Renzo lo sabe bien. Es miembro del programa Hablemos, un espacio dedicado a la prevención y asistencia. Él mismo atravesó el infierno del consumo, y por eso no habla desde el escritorio, sino desde la experiencia. “No me sorprende lo que estamos viendo. Lo que sí me impacta es que cada vez más personas se animan a hablar, a pedir ayuda. Ese es el verdadero cambio”, dice con serenidad y firmeza.
El programa recorre barrios, clubes y escuelas. Lleva charlas, escucha, conecta, orienta. Y aunque la demanda es alta, alarmantemente alta, hay un detalle que no es menor: se está rompiendo el silencio. “La adicción es una enfermedad que atrapa en soledad. Lo más difícil es decir ‘tengo un problema’, levantar la mano. Pero cuando alguien lo hace, empieza la posibilidad de cambiar”, explica Di Renzo.
Una de las frases que repite como mantra es dura, pero precisa: “El consumo tiene prensa, la prevención no”. Y no lo dice al pasar. Mientras la industria del alcohol y los medicamentos inunda los medios con promesas de bienestar instantáneo, la prevención sigue siendo un esfuerzo casi artesanal, sostenido por militantes de la escucha, como Adrián.
“La última campaña de prevención seria en Argentina fue hace más de 30 años. Todo el tiempo nos bombardean con mensajes que naturalizan el consumo. Pero nadie nos enseña a decir ‘basta’, nadie nos enseña a hablar”, lamenta.
Lo que se repite en cada encuentro es casi una coreografía: termina la charla, y se acercan adolescentes, madres, vecinos. Preguntan con vergüenza o desesperación. “Tengo un hermano que consume”. “Mi hijo está cambiando”. “No sé cómo ayudarlo”. Las puertas se abren. La palabra, cuando encuentra lugar.
Di Renzo no romantiza. Sabe lo que significa caer y levantarse. “Esto no lo leí, lo viví. Lo sufrí. Y ahora quiero que otros sepan que se puede salir. No hay cura conocida, pero sí hay tratamiento. Y se puede vivir sin consumo. Lo importante es que sepan que no están solos”.
Desde el programa Hablemos, también se están impulsando dispositivos concretos como la creación de una unidad residencial, un espacio para quienes no pueden llevar adelante un tratamiento ambulatorio. “Un lugar más profesional, más contenido. Porque no todos pueden solos. Ni deberían”, aclara.
Uno de los grandes obstáculos es el estigma. “Muchos ni siquiera saben que tienen un problema, o creen que pueden manejarlo. Ese es el autoengaño que alimenta la enfermedad. Y muchos no piden ayuda por miedo, por vergüenza. El estigma mata en silencio”, sostiene Di Renzo.
Pedir ayuda: “Narcóticos Anonimos” sarmiento 72, lunes miércoles y viernes 19.30 hs libre y gratuito.
“Hablemos” zelarrayan 850. Tel: 4261642
Esta entrada ha sido publicada el 10 de junio, 2025 16:38
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