En silencio, sin estridencias ni grandes titulares, el Hospital Privado del Sur atravesó una de las crisis más profundas de su historia. Y la superó. Lo hizo sin el auxilio económico que recibieron otras instituciones, poniendo a prueba su estructura, sus recursos… y sobre todo, a su gente.
“Nosotros no recibimos el apoyo que recibieron otros lugares. Nos tuvimos que solventar nuestros propios gastos, que fueron altísimos. Más de 2.000 millones de pesos que no teníamos”, cuenta Sergio Mendoza, director de la institución. La frase no suena a queja, sino a testimonio crudo de una realidad que casi los deja sin aire.
El incidente, cuyo detalle aún resuena como herida abierta, afectó de lleno el corazón del edificio: el subsuelo. Allí, donde funcionan los sistemas eléctricos, los quirófanos, el aire comprimido, la aspiración, la tecnología que permite que un hospital sea un hospital. Durante tres días, hasta cinco camiones trabajaron sin descanso para extraer el agua que había invadido esa zona vital.
“El personal vivió acá. Enfermería, mantenimiento, ingeniería… Todos pusieron el cuerpo. Literalmente. Sin eso, no lo contábamos”, afirma Mendoza con una mezcla de orgullo y agotamiento.
Apenas una semana después del desastre, lograron ofrecer atención mínima. Y al mes, ya estaban operando con normalidad. Hoy, el hospital funciona al 60 o 70% de su capacidad total, con una ocupación alta de camas y quirófanos a pleno, incluso en días feriados. Servicios de alta complejidad como cirugía cardiovascular, hemodinamia, tomografía, resonancia y otros siguen activos y operativos.
Pero la recuperación no fue gratuita. Aún hay deudas que pesan: compromisos laborales, aguinaldos, costos de funcionamiento. “Nos está costando muchísimo y estamos viendo cómo hacer frente”, reconoce Mendoza.
Sin embargo, hay algo que no se mide en billetes ni en porcentajes: la respuesta de la comunidad. “Fue la comunidad la que nos vino a salvar”, repite el director. Esa solidaridad, sumada a la entrega inquebrantable del personal, es lo que mantuvo con vida al hospital cuando todo parecía hundirse.
