La Cámara de Casación Penal anuló la sentencia que había absuelto a un docente, Enrique Lucarelli, imputado en una causa de abuso y ordenó dictar un nuevo fallo. El pronunciamiento del tribunal se basó en una fuerte crítica a la forma en que se evaluaron las pruebas en la instancia anterior: especialmente, en la falta de valoración del testimonio del menor denunciante y de las pruebas que lo respaldaban.
La abogada Viviana Lozano, representante de la parte denunciante, explicó que la decisión fue notificada el jueves y que representa “un fallo muy bueno, que arroja muchas luces sobre cómo debe interpretarse la voz de un menor cuando denuncia este tipo de hechos”. El eje, subraya, estuvo en la forma en que el tribunal de Casación analizó no solo las palabras del joven, sino también el contexto en el que esas palabras fueron dichas.
“El menor habló cuando pudo, no cuando los adultos querían. Lo hizo a medida que generaba confianza con sus interlocutores. No se puede descontextualizar su relato, que se fue construyendo con el tiempo”, detalló Lozano. La causa, recordó, se inició tras una intervención escolar en 1996 y continuó durante los años siguientes, cuando aparecieron las figuras del docente imputado y del coimputado.
La sentencia anulada había considerado que el testimonio del menor no estaba suficientemente respaldado. Casación, en cambio, sostuvo lo contrario: “Tenemos un cúmulo de pruebas que corroboran lo que él dijo”, afirmó Lozano. Entre ellas se encuentran registros documentales del establecimiento educativo, intervenciones del equipo escolar, informes de psicólogas y declaraciones de familiares, docentes y profesionales del ámbito judicial. También fue clave el análisis del testimonio brindado en Cámara Gesell, postergado en su momento por distintos motivos, incluida la pandemia.
La abogada destacó que el nuevo fallo no implica una condena automática. Casación no asumió el rol de tribunal de juicio: “Lo que hizo fue casar la sentencia anterior y ordenar que un nuevo juez del mismo tribunal, que será sorteado, dicte una nueva resolución, esta vez tomando en cuenta las pruebas correctamente”.
Sobre el impacto que esta resolución tiene en la víctima, Lozano fue contundente: “Este chico, que ya es un adolescente, el año pasado se preguntaba por qué no le creían. Hoy, después del fallo, siente que sí lo escucharon, que sí le creyeron. Y no fue un solo juez: fue un tribunal de casación. Eso, para un menor, es una señal de justicia y esperanza”.
La sentencia de Casación también cita normas internacionales que orientan cómo debe tratarse la declaración de un menor en un proceso judicial, y critica el abordaje “rígido y adultocéntrico” que se adoptó en la primera instancia. Ahora, con una nueva oportunidad procesal en marcha, será otro juez quien deberá valorar las pruebas y dictar un fallo con perspectiva de infancia y derechos humanos.
