Mientras la nieve cubre buena parte del país, para muchas familias argentinas las vacaciones de invierno se vuelven un privilegio difícil de alcanzar. Gabriel Cintioli, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo Regional Bahía Blanca, explica un fenómeno que se repite con fuerza: vacacionar dentro del país es hoy más costoso que volar al exterior.
“Bariloche, Ushuaia, El Calafate… siguen siendo destinos caros. Incluso más caros que lugares como Punta Cana”, afirma Cintioli. En parte, esto se debe a la alta demanda: “Bariloche va a estar siempre lleno, no solo por el turismo argentino, sino porque llegan muchos extranjeros, especialmente brasileros, con vuelos directos desde Río y San Pablo”. Esa masividad, lejos de democratizar el acceso, mantiene al turismo de nieve como un producto exclusivo. “Es para un sector, gente de alto poder adquisitivo. La mayoría queda fuera. No está bien, pero es la realidad”.
Según el referente del sector, el contraste con el turismo internacional es cada vez más evidente. “Ir a Calafate o Ushuaia sale más caro que pasar una semana en Punta Cana. Antes el que podía ir a Cataratas, hoy llega a Río. El que antes llegaba a Río, hoy va a Punta Cana. Y el que llega a Punta Cana, puede ir a cualquier parte del mundo. Esa es la ecuación”. Cintioli apunta a una diferencia cambiaria que favorece la salida al exterior, pero desalienta el movimiento interno. “Un dólar tan barato no es bueno si no hay una economía que incentive a viajar dentro del país”.
En las agencias de viajes se ve una reconfiguración del negocio. “El turismo nacional bajó y creció el internacional. Nosotros trabajamos más con el mercado externo y eso sí se potenció. Pero también tenemos que vender mucho más para ganar lo mismo. La rentabilidad se achicó. Es como todo: antes con $100 hacías algo; hoy, con suerte, estás empatando”, señala.
¿Y la idea de que la gente está sacando los dólares del “colchón” para viajar? Cintioli lo relativiza: “No creo que esa plata vaya al turismo. El que viaja al extranjero sigue siendo alguien de nivel económico más alto. Muchos otros sacaron esos ahorros para pagar deudas, no para subirse a un avión”.
De cara a la segunda mitad del año, el panorama es incierto. “Hasta agosto ha sido un buen año. Pero el resto no lo veo tan positivo como el anterior. Hay movimiento, sí, pero está muy sectorizado. Y el turismo que conocíamos, ese de clase media viajando por el país, hoy está en pausa”.
