Por 48 años lo buscaron. Nació en el centro clandestino La Escuelita de Bahía Blanca durante la dictadura. Su hermana Adriana no deja de repetirlo: “Soy bahiense y mi hermano también. Ahora somos un poco más completos”.
“Uf… sigo como flotando”, dice Adriana Metz, la hermana del Nieto 140, con una mezcla de desborde y templanza. Lo dice mientras da entrevistas, mientras repite su historia una y otra vez, ahora desde un lugar que durante décadas fue solo una esperanza: la certeza de que su hermano está vivo y fue encontrado. Que el amor venció al silencio.
Adriana no solo es hermana: también trabaja desde hace años con Abuelas de Plaza de Mayo. Acompañó cientos de procesos de búsqueda, abrazó a otras familias en el instante exacto de la restitución, sostuvo historias desgarradas. Pero esta vez, la alegría es íntima, propia, indecible: “Esta es mía. Esta como que no me cabe adentro del cuerpo. Soy una sonrisa con patas… patas cortas, porque soy petisa, pero una sonrisa al fin”, dice con una risa que contagia.
El Nieto 140 nació en el centro clandestino de detención “La Escuelita” de Bahía Blanca, donde su madre, secuestrada durante la última dictadura cívico-militar, fue vista por última vez. Durante casi cinco décadas, su familia lo buscó. Lo imaginaron. Le escribieron cartas invisibles. Y la noticia llegó, como llegan a veces las verdades que tardan pero no fallan: a partir de una denuncia anónima que recibió Abuelas y fue canalizada por la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). El joven, hoy adulto, aceptó realizarse el examen de ADN. El resultado fue contundente: 99,99% de compatibilidad con el grupo familiar Metz-Romero.
“El sábado me llamaron a las tres de la tarde. A las siete ya estábamos hablando por videollamada”, cuenta Adriana, todavía sin poder creer el giro que dio su historia familiar. “La búsqueda continúa, eh. Nos quedan alrededor de 300 personas nacidas durante la dictadura que todavía no saben quiénes son. Más allá de que hoy la alegría es mía, estoy acá para decir que no hay que aflojar. Hay que seguir hasta encontrarlos a todos”.
Él vive en Argentina. Y aunque todavía hay datos que se preservan en la intimidad, hay una certeza que lo cambia todo: el abrazo, aunque sea virtual, ya se dio. “Bahía es mucho más blanca y más feliz con esta noticia”, dice Adriana. Su voz no tiembla: brilla.
Esta entrada ha sido publicada el 8 de julio, 2025 14:10
Deja un Comentario