La frase es de Andrea Fitterer, vecina de la localidad, y condensa el sentimiento que recorre las calles de un pueblo que, tras la devastadora inundación del 7 de marzo, quedó sumido en el olvido. Cuatro meses después, no hay obras, no hay limpieza de canales, no hay respuestas. Solo quedan el barro, la frustración y la vulnerabilidad ante cada nueva lluvia.
Aquel temporal dejó casas anegadas, autos destruidos, escuelas rodeadas por el agua y una comunidad entera que tuvo que autoevacuarse. Desde entonces, la situación no cambió. “Prácticamente no se ha hecho nada en ninguna de las localidades. Y en Cerri menos”, sostiene Andrea, que como tantos otros, observa con angustia cómo cualquier llovizna revive el temor de volver a empezar de cero.
La reciente tormenta no hizo más que reforzar ese miedo. Una vecina, por ejemplo, compartió fotos de su calle anegada por un montículo de tierra que quedó tras una obra inconclusa. “Pedía algo para desagotar porque el agua ya le entraba al patio. Fue como revivir el 7 de marzo. La comparación con esas imágenes era inevitable”, relata Andrea.
A lo largo de estos meses, ni la limpieza de canales ni la reparación de calles fueron atendidas por el municipio. El agua estancada se convierte en lagunas frente a las escuelas, como ocurrió esta semana cerca de la Escuela 7. Vecinos que se autoevacúan, familias que no pueden mandar a sus hijos a la escuela los días de lluvia, y calles que se tornan intransitables para quienes no tienen vehículos, completan un paisaje de abandono.
“El canal que pasa por al lado de la escuela estaba lleno de basura. Un vecino tuvo que ponerse a limpiarlo solo. Así no se puede vivir”, advierte. Y suma otro dato alarmante: “Nos cortaron la luz y por la baja tensión se quemaron electrodomésticos. Cuando se va la luz, tampoco tenemos señal. Ni agua ni luz ni comunicación”.
Vecinos y vecinas piden explicaciones, pero no obtienen respuestas. “Nos recibió el intendente justo antes del aniversario del pueblo y después no nos volvió a atender. Siempre está ocupado. Pedimos otra reunión hace dos semanas y seguimos esperando”, cuenta. Asegura que no se trata de un reclamo aislado, ni de “los mismos de siempre”. “Golpeá cualquier puerta en Cerri y te van a contar lo mismo”, sentencia.
Lo más grave, según Fitterer, es la falta total de planificación. “Ni siquiera está estudiado qué hacer con los canales. Cuando vino el ministro de Obras, se notaba que no sabía nada de la situación de Cerri. No estamos ni contemplados en los planes”.
Cerri no pide privilegios. Pide lo mínimo: no volver a inundarse, poder salir a la calle, que los chicos lleguen a la escuela, que la lluvia no se transforme en un trauma. Pero hasta eso parece demasiado pedir.
Esta entrada ha sido publicada el 10 de julio, 2025 14:00
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