Una vez más, el corazón del sistema educativo se puso en movimiento en Bahía Blanca. La nueva edición de la Feria de Ciencias distrital se llevó a cabo en el Dow Center, con la participación de más de 80 escuelas y 100 proyectos interdisciplinarios que reflejan el trabajo cotidiano de docentes y estudiantes de todos los niveles y gestiones.
En un contexto atravesado por dificultades climáticas, logísticas y presupuestarias, la comunidad educativa no se detuvo. Por el contrario, redobló esfuerzos para que este clásico encuentro con la ciencia, el arte y la tecnología volviera a ser una fiesta del conocimiento colectivo.
“La verdad que es una alegría encontrarnos acá”, expresaron en rueda de prensa al dar inicio a la jornada. Acompañado por autoridades educativas, funcionarios del municipio, del puerto y directivos escolares.

Desde experiencias científicas hasta producciones artísticas, pasando por investigaciones ambientales, sociales y tecnológicas, cada escuela eligió un proyecto para presentar. El desafío, como siempre, fue seleccionar uno entre muchos. “Las escuelas hacen tanto que a veces cuesta elegir qué mostrar. Naturalizamos la calidad de lo que hacen nuestros chicos todos los días”, señalaron desde la organización.
Uno de los valores más destacados de la feria es que los protagonistas no son los adultos, sino los propios estudiantes. Son ellos quienes explican, argumentan y presentan sus proyectos frente al público y a los evaluadores. “Es parte del proyecto pedagógico, que ellos mismos puedan contar lo que investigaron y aprendieron. No solo frente a los jurados, sino a cualquiera que pase por la muestra”, subrayó el intendente.
Además de ser un espacio de aprendizaje, la feria funcionó como termómetro social. Muchos de los proyectos abordaron temas que resuenan en la ciudad, desde la reciente inundación hasta las preocupaciones por el ambiente, la salud mental o la solidaridad en los barrios.
“Estoy seguro que los chicos nos van a hablar de lo que pasó con la lluvia, de lo que viven en sus casas y lo que imaginan para cambiarlo”, dijo el jefe comunal. “Y eso también es educación, vincular el aula con el mundo real.”
Más de 50 años de historia avalan estas ferias, que siguen creciendo y adaptándose, incluso en tiempos complejos. Pero su esencia no cambia, creer en la escuela como lugar de pensamiento, de preguntas y de futuro. Y dejar que hablen los chicos. Porque nadie cuenta mejor lo que pasa adentro que quienes lo viven todos los días.
