Osvaldo Ezequiel Quint Río tenía 36 años y un andar que era parte del paisaje del barrio. Conocido, querido, cuidado. Caminaba siempre por las mismas veredas, saludando, charlando, “dando la vuelta a la manzana”, como recuerda Viviana, su cuñada. Ayer, ese recorrido cotidiano se interrumpió de forma brutal, fue atropellado por un camión de ABSA que dio marcha atrás sin advertencia y lo arrolló. El conductor, Martín Federico Díaz, fue detenido tras dar positivo en un test toxicológico por consumo de cocaína.
“Osvaldo era una persona con una condición especial, y todos lo cuidaban. Él tenía amor para todos. Era grande, pero a la vez era chiquito”, dice Viviana. Su voz no es solo la de una familiar; es la voz de todo el barrio Thompson, que hoy llora y clama justicia.
El hecho ocurrió en la esquina de Pasaje Podestá y Juncal, en plena tarde del jueves. Según los vecinos, al notar que el camión estaba maniobrando, intentaron advertir a Osvaldo. Lo hicieron subir a la vereda. Pero segundos después, el vehículo retrocedió y lo embistió. “Los que estaban arriba del camión no bajaron a guiar al conductor. Y él sabía que Osvaldo estaba ahí”, sostiene Viviana.
La escena fue caótica. “Los vecinos empezaron a gritar, nos vinieron a buscar enseguida. Cuando las hermanas llegaron, ya no lo dejaron ver”, relata. Lo más doloroso, dicen, fue la actitud del conductor, “Cuando lo encontramos, estaba fumando, parado al lado del camión, mirando debajo de las ruedas donde había quedado Osvaldo. No dijo una palabra”.
La consternación del vecindario se tornó furia cuando se conoció el resultado del test de drogas. “Ahí lo metieron en el patrullero y recién entonces lo quisieron agredir. Pero antes nadie lo había tocado. El barrio se contuvo… hasta que supo”, cuenta Viviana.
A la tragedia se suma el silencio de la empresa responsable del camión. “Hasta ahora, ni una palabra. Nos dijeron que iban a hablar con la familia del conductor antes de comunicarse con nosotros. Y nada. Ni siquiera a la madre de Osvaldo le hablaron. Eso duele todavía más”.
La muerte de Osvaldo dejó un vacío profundo, pero también una certeza colectiva, su ausencia no va a ser callada. “Pedimos justicia. Porque si no era Osvaldo, eran los chicos que estaban jugando a metros de ahí. Porque una persona que consume no puede manejar. Porque la empresa también es responsable”, subraya Viviana.
En la vereda donde Osvaldo solía pasar cada tarde, hoy hay silencio, velas encendidas y abrazos apretados. Y una frase que resuena en todos los rincones del barrio: “Osvaldo era amado por todos”.
Esta entrada ha sido publicada el 18 de julio, 2025 14:05
Deja un Comentario