Luz Gómez no esquiva las cámaras ni las preguntas. Habla firme, y elige este momento para salir a defender públicamente a su pareja, Johnny Zambrano, acusado por su expareja de un brutal ataque. Con papeles en mano y una secuencia de hechos que, según ella, no encajan con la denuncia, asegura: “Ya basta. No puede pagar por todo lo que le pasa a ella”.
El caso volvió a encenderse luego de que una mujer denunciara haber sido secuestrada, agredida físicamente y señalara a Zambrano como autor o instigador del hecho. Según la denunciante, primero habría sido un grupo de sicarios, luego se lo reconoció por la voz, después se afirmó que él la violentó directamente, y más tarde que todo sucedió en una casa en construcción. Para Gómez, la denuncia muta a medida que las pruebas se desarman: “No hay coherencia, no hay evidencia sólida. Tenemos pruebas del horario, de dónde estábamos, incluso transferencias y videollamadas que confirman su presencia en otro lugar. ¿Hasta cuándo va a seguir esto?”
Luz asegura que el día del hecho, a las 7:30 de la tarde, horario clave según las cámaras, estaban juntos en un supermercado. Tiene la transferencia que muestra la hora y el monto. Más tarde, a las 8:45, dice tener una foto donde Zambrano está bañando al bebé. “No hay margen para que haya estado en ese lugar, haciendo eso que ella dice”, repite.
Pero su defensa no se limita a la cronología. Va más allá: “Esta mujer lleva dos años acosándonos. Desde que se enteró de nuestra relación, empezó con denuncias, abuso, maltrato, incluso dijo que había abusado a su hijo. Esa causa se archivó hace dos meses. Lo que está haciendo es hostigarlo, arruinándole la vida laboral, personal, emocional. Mi pareja trabaja como Uber hace más de un año. Nunca una queja. Es un tipo de trabajo y casa, casa y trabajo. No se merece esto”.
Gómez asegura que hay registros de acoso por redes sociales, insultos en la vía pública, y que incluso ella misma fue víctima de una agresión que derivó en la pérdida de un embarazo. “Tengo el video donde ella me golpea con la puerta del auto. Yo no la toqué. Ella me denunció igual y terminé en el hospital. Ya no hay límites”, denunció.
También habla del hijo que Zambrano tiene con su expareja, “Hace dos años que no lo ve. La única vez que pudo acercarse, ella llamó a la policía. Y mientras tanto, los derechos del menor siguen siendo vulnerados, como si no importaran”.
Respecto a la supuesta intimidación que la denunciante dice haber recibido “cerrá la causa”, le habrían dicho los agresores, Gómez responde tajante, “Es imposible. La causa ya estaba cerrada. Ella insiste con esto porque no lo quiere ver bien. Tengo audios donde lo dice. Cada denuncia que hace es por despecho, no tiene pruebas. Una vez presentó una foto de un vino y un parlante para decir que es un borracho. No se puede tomar en serio”.
Gómez, sentada en el comedor de su casa, rodeada de pruebas y documentos, pide que la justicia actúe con responsabilidad. “No digo que lo que le pasó a ella sea mentira. La agredieron, está golpeada, eso es real. Lo que es mentira es que fue mi esposo. No se puede destruir a una persona con denuncias sin sustento. No se puede usar la ley como un arma para castigar una relación nueva. Queremos que esto termine. Ya es demasiado”.
Zambrano, por su parte, se presentó espontáneamente en la comisaría. No fue aprendido por falta de orden judicial y aportó su versión junto a testigos y evidencia. El caso sigue abierto, pero la defensa pública que hizo Luz Gómez busca instalar otra mirada en una historia compleja, densa y cargada de puntos oscuros.
