Miles de trabajadores rurales siguen saliendo a la calle. Lo hacen con una consigna clara, que sus sueldos no sigan siendo sinónimo de pobreza. Ariel Piangatelli, secretario general de UATRE, lo resumió sin rodeos, “Básicamente, el objetivo es que definitivamente los sueldos superen la canasta básica alimentaria. Y estamos lejísimos”.
El conflicto se cocina hace rato, pero en las últimas semanas volvió a hervir. A pesar de una nueva propuesta del sector empresarial, un 15% de aumento más una suma no remunerativa de $20.000 por dos meses, lo que representa un 8% total, el reclamo persiste. La mejora es apenas un parche. “Hoy un trabajador rural cobra de bolsillo unos $650.000. La canasta básica ya superó el $1.100.000. Estamos a la mitad“, lamenta Piangatelli.
El gremio aceptó la propuesta, pero no por convicción. Fue, según su titular, una decisión empujada por la necesidad urgente de los trabajadores: “Aceptamos este ofrecimiento bajo la presión de que los compañeros tienen que llevar alguna mejora al bolsillo en julio”.
Sin embargo, Piangatelli apuntó directamente contra el gobierno nacional por el estancamiento, “El gran problema que estamos teniendo es el techo a las paritarias que impone el gobierno. Eso hace que el sector empresarial se plante en una posición intransigente”. En otras palabras, ni las empresas quieren ceder más, ni el Estado habilita que se rompa el molde.
Hoy, con escasez de mano de obra en varias zonas del país, la falta de políticas de reconocimiento salarial empieza a mostrar sus consecuencias. “Las propias empresas nos dicen que no consiguen gente. Bueno, esto es una consecuencia directa de pagar sueldos de miseria“, sostiene.
El líder sindical no descarta alternativas. Dice que el gremio está dispuesto a discutir propuestas racionales, “Si hay un ofrecimiento escalonado, con aumentos reales que superen la inflación, lo evaluamos. Pero para nosotros el parámetro ya no es más el índice de inflación, es la canasta básica”.
UATRE nuclea a más de 400.000 trabajadores en todo el país. Aunque Bahía Blanca no es la excepción, las protestas se multiplican en distintas provincias. “Hace un rato hablaba con compañeros del sector avícola. Lo que lograron fue 800 pesos por día. Son 100 gramos de pollo por jornada”, ironizó.
Las cifras duelen, pero no paralizan. En los campos, en las plantas, en los puestos de trabajo más invisibles del país, crece una certeza, no se puede vivir con la mitad de lo que cuesta sobrevivir. Por eso, mientras otros sectores discuten porcentajes, los rurales pelean por una dignidad básica. La lucha, como dijo Piangatelli, “sigue en la calle, porque en la mesa de negociaciones todavía no llegamos a buen puerto”.
Esta entrada ha sido publicada el 25 de julio, 2025 13:25
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