El mes de julio cerró con una inflación del 1,67 % en Bahía Blanca, según el informe del IPC Online. Aunque el índice se mantuvo dentro de un dígito y fue levemente inferior al de junio, la última semana del mes dejó una señal de alerta: el capítulo de alimentos y bebidas, que venía con variaciones semanales de entre 0,30 % y 0,40 %, saltó inesperadamente al 4,35 %.
“Era un mes muy tranquilo. Alimentos y bebidas no llegaba al 1 % acumulado hasta la tercera semana. Y de repente pasó eso. Diez veces más en una semana. La única explicación que encontramos es la inestabilidad financiera”, explicó Juan Larrosa, director del Índice de Precios al Consumidor de Bahía Blanca.
Alimentos sin freno y sin regulación
El impacto fue contundente porque se trata de uno de los rubros con más peso en el consumo cotidiano. “Los productos de alimentos no están regulados y por eso transmiten de forma directa cualquier movimiento del mercado. En un contexto de descoordinación entre bancos privados y el BCRA, rescate de letras y tensión en las tasas de interés, el traslado a precios fue inmediato”, indicó Larrosa.
Indumentaria y esparcimiento, en baja
En contraposición, indumentaria cayó un 1,05 %. Según el economista, esto responde a una mayor apertura en las compras al exterior, “La presión de sitios de e-commerce internacionales y los altos precios locales generan un desplazamiento del consumo hacia afuera”.
El rubro esparcimiento también mostró deflación. Dos factores lo explican: la baja en electrónicos como televisores, debido a la habilitación de importaciones desde Tierra del Fuego, y la temporada baja en turismo, que refleja precios más accesibles para agosto.
Otros rubros con alzas
La vivienda y servicios básicos subió casi un 6 %, muy por encima del nivel general. Fue impulsada por aumentos en la electricidad y en los alquileres. En transporte y comunicaciones también se registraron subas, asociadas al boleto de colectivo. En salud, se sumó otro ajuste en prepagas.
Pronóstico inflacionario, en descenso, salvo que pase algo
El acumulado de 2025 ya alcanza el 15,84 %, y el interanual se ubica en 33,49 %. Pero Larrosa anticipa una tendencia a la baja, “En agosto o septiembre ya podríamos entrar en el 20 % interanual. Si no ocurre nada raro, podríamos cerrar el año en torno al 25 %, incluso algo menos”.
Política y expectativas, el gran desafío
Consultado sobre el impacto de las elecciones en la economía, Larrosa diferenció lo político de lo macroeconómico. “Hoy la macro está bastante sólida. Las reservas están relativamente bien, el tipo de cambio se mantiene dentro de las bandas, y hay respaldo del FMI. El riesgo está más del lado político: si se rechazan vetos clave o el gobierno se ve forzado a salir de ciertos superávits fiscales, podría haber ruido”.
Para cerrar, enfatizó que la estabilidad depende de la credibilidad en las reglas de juego,
“El gobierno sigue en etapa de construcción de expectativas. Mientras demuestre que cumple lo que promete, la estabilidad financiera puede sostenerse. Pero cualquier cortocircuito puede alterar el escenario”.
