Bahía

El Premio Natty Petrosino fue para el Pequeño Cottolengo

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En una ceremonia cargada de emoción, gratitud y memoria, se entregó el Premio Natty Petrosino a la labor solidaria, un reconocimiento que lleva el nombre de quien fue, y sigue siendo, el faro de la empatía en esta ciudad. En esta edición, el galardón fue otorgado al Pequeño Cottolengo, por su incansable tarea al cuidado de niñas y mujeres con discapacidad.

“Aunque somos menos, no somos menos”, dijo una de las representantes del Cottolengo al recibir el premio. Esa frase, breve y poderosa, condensó el sentido profundo del evento, visibilizar la dignidad de quienes no siempre tienen voz en la conversación pública.

El acto se desarrolló en el Honorable Concejo Deliberante y estuvo atravesado por una evocación constante a la figura de Natty Petrosino. Mauro Reyes, presidente del HCD, remarcó que “el nombre del premio ya es una forma de trascender. Años después, seguimos recordando a Natty por su entrega descomunal”.

Este año, las 30 postulaciones recibidas revelan un dato clave, la solidaridad no es un gesto aislado, sino un tejido extendido y firme que cruza barrios, edades, credos y pertenencias. Especialmente después de la trágica inundación del 7 de marzo, Bahía Blanca mostró su versión más humana. Reyes lo dijo sin vueltas, “Hubo héroes anónimos que no buscaban aplausos, solo ayudar”.

El intendente Federico Susbielles también destacó esa fibra colectiva, “Ser intendente en una ciudad así es una enorme responsabilidad, pero también un orgullo. Bahía Blanca demostró en su hora más difícil su mejor cara”. Y agregó, “El Cottolengo nos enseña cómo la caridad puede ser algo concreto, visible, mágico. Es una obra que inspira y necesita del compromiso de todos para sostenerse”.

Las palabras de las integrantes del Cottolengo cerraron el acto con un tono sereno pero contundente. Agradecieron la visibilidad que les brinda el reconocimiento y recordaron que, detrás de cada jornada, hay vecinos que colaboran en silencio, “Con un kilo de manzanas, con lo que tienen. Y eso sostiene la vida cotidiana de esta gran familia”.

El premio, que fue una decisión unánime del jurado, no solo distingue a una institución. Y si alguien duda de que la solidaridad cambia el mundo, bastará con visitar ese rincón al que una de las hermanas del Cottolengo llama “el jardín del cielo”. Ahí, donde la dignidad no es una consigna, sino un derecho que se cultiva cada día.

Esta entrada ha sido publicada el 1 de agosto, 2025 15:18

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