La retinopatía diabética es una de las complicaciones oculares más graves de la diabetes y, si no se detecta a tiempo, puede provocar pérdida de visión e incluso ceguera. La oftalmóloga Rebeca Pincheira explicó que esta enfermedad afecta a los vasos sanguíneos de la retina, la capa interna del ojo que permite ver, y que “todas las personas con diabetes corren el riesgo” de desarrollarla si no mantienen un buen control de su salud.
“El nombre parece difícil, pero no es. Básicamente, las venas y arterias pequeñas de la retina empiezan a dañarse, se tapan, filtran líquido o sangran, y generan vasos nuevos que son patológicos y no sirven”, señaló. Estas alteraciones provocan lesiones que reducen la visión y pueden derivar en complicaciones como glaucoma, cataratas, hemorragias en el vítreo o desprendimientos de retina.
Pincheira remarcó que el problema es silencioso, “Cuando la persona se da cuenta de que hay algo, ya es bastante tarde. Por eso la clave es la prevención”. La especialista recomendó que toda persona con diagnóstico de diabetes se realice un fondo de ojos de inmediato para detectar posibles daños previos y, si no hay lesiones, continuar con controles anuales.
El cuidado metabólico, mantener la glucosa en niveles normales, con tratamiento, dieta y ejercicio, es la mejor herramienta para evitar que la retinopatía avance. “Es una de las causas de ceguera más frecuentes en países en desarrollo, pero se puede prevenir controlando bien la diabetes y haciendo los chequeos a tiempo. Esto vale para adultos, jóvenes y niños con diabetes tipo 1 o tipo 2”, subrayó.
Según Pincheira, en la actualidad hay mayor conciencia y más derivaciones por parte de clínicos y endocrinólogos, lo que ayuda a reducir casos graves. Sin embargo, el riesgo sigue latente entre quienes no cumplen los controles anuales. “Cuando está muy avanzado, es más difícil encontrar un tratamiento que mejore. La prevención es lo que salva la vista”, concluyó.
