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“Lo que se hizo, está bien. Pero esto no alcanza”: Qué se hizo, qué falta a 5 meses del temporal en Bahía

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Cinco meses después del temporal que golpeó a Bahía Blanca, el recuerdo sigue vivo. No solo en la memoria de quienes vieron el agua subir sin control, sino también en la infraestructura herida que dejó el paso del agua. Horacio Varela, ingeniero de la UTN y voz autorizada en materia hidráulica, lo dice sin rodeos, “Lo que se hizo, está bien. Nadie puede juzgar porque con los recursos que había y la destrucción que hubo, se hizo todo lo posible. Eso está fuera de discusión”. Pero la frase no es un punto final. Es el principio de una preocupación más grande, ¿está la ciudad preparada para una próxima emergencia?

La herida sigue abierta

El partidor está roto. El canal está roto. Y la ciudad, aunque de pie, todavía arrastra las secuelas del colapso. “La provincia habla de una obra que puede tardar entre cuatro y cinco años siendo optimistas”, advierte Varela. Es decir, durante al menos media década, Bahía Blanca convivirá con un sistema hídrico dañado. La emergencia no terminó, solo se volvió silenciosa.

La obra proyectada para el canal Maldonado implica tiempo, recursos y paciencia. Pero la espera no puede ser pasiva. “Necesitamos hacer algo ahora, con lo que tenemos”, sostiene el ingeniero. Y ahí entra una palabra clave, contingencia.

La urgencia del mientras tanto

Varela propone un plan que no requiere millones ni promesas electorales. Requiere organización, información y compromiso. “Un plan de contingencia no es un lujo, es una necesidad. Hay que explicarle a la gente qué hacer si vuelve a llover fuerte. Qué pasa si se dispara una alerta, qué hacer con la basura, los autos, las cosas que flotan”, enumera.

Habla de mapas de riesgo, que la UTN ya tiene y puede actualizar, de vecinos instruidos, de protocolos claros. “No podemos darnos el lujo de no tener control sobre los sectores donde el canal está roto. Ya vimos lo que pasó cuando el agua arrastró autos que terminaron obstruyendo el canal”.

La comparación es directa y efectiva, “En los 2000 aprendimos a convivir con el riesgo químico del polo. Se hicieron aulas seguras, se capacitó a docentes. Esto es lo mismo, pero con el agua. No hay que ensayar qué hacer, hay que saberlo”.

Puentes, puentes y más puentes

Otra urgencia es la conectividad. Los barrios del noroeste siguen aislados por puentes inhabilitados. La provincia anunció obras en Pampa Central, Don Bosco, lo cual “aliviará la situación de conectividad”, pero no resuelve el tema de fondo.

“Los puentes rotos deberían repararse ya, aunque haya que volver a romperlos cuando pase el canal nuevo. La ciudad no puede esperar cinco años con cortes de circulación que alteran la vida cotidiana”, afirma. Y va más allá “Tenemos capacidad técnica en la ciudad para hacerlo. Ya se repararon algunos, se puede seguir en ese camino”.

Lo que puede venir

Nadie puede predecir la próxima lluvia. Pero sí se puede anticipar su impacto. “Septiembre y octubre suelen ser meses de lluvias fuertes en la zona. Es posible que el arroyo vuelva con agua”, dice Varela. La diferencia entre una catástrofe y una situación controlada puede estar en los detalles, que la gente sepa qué hacer, que no haya basura flotando, que los sectores críticos estén monitoreados.

Porque Bahía Blanca, lo dice sin vueltas, “es una ciudad inundable”. Lo fue siempre, aunque por momentos se haya querido negar. Y frente a eso, la única respuesta realista es una comunidad informada, una gestión activa y una infraestructura que se reconstruya sin pausa, pero con lógica.

Esta entrada ha sido publicada el 7 de agosto, 2025 13:45

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