“Lo poco que se ha podido acá en la casa, fue con ayuda de vecinos. Nada vino del Estado”, dice Claudio, sin rodeos. Su voz no tiembla, pero tampoco miente, carga el peso de una realidad que no mejora. Hace cinco meses, el agua lo arrasó todo. Hoy, en Panamá 1335, la recuperación es una palabra lejana.
Claudio tiene 64 años. Cumple 65 en septiembre y espera poder jubilarse, tras haber quedado desempleado en 2021. Vive con su madre, una mujer jubilada que también lo perdió todo. “Nosotros perdimos absolutamente todo. Hasta los zapatos que tengo puestos son donados por la iglesia”, cuenta.
Camina por su casa como quien recorre un campo de batalla, el agua dejó marcas imborrables en las paredes, los pisos están deformados, el aire es húmedo y espeso. “Lo único que pudimos hacer fue con lo poco que nos regalaron. Una heladera, una cocina, un lavarropas que logramos hacer funcionar. Pero la casa está destruida”, dice.
Las ayudas oficiales, prometidas por Nación, Provincia y Municipio, nunca llegaron. “De todas las líneas de ayuda que se ofrecieron, no pudimos acceder a nada. Pedimos créditos, no hubo respuesta. Tampoco tenemos cloacas. Sin agua estamos”, resume Claudio, que no oculta su bronca.
Las reparaciones necesarias superan sus posibilidades. “Picar las paredes, revocar, pintar, cambiar los pisos. Estamos hablando de millones. Ya no sé qué decirte. Esta casa tiene más de 70 años, mis viejos la levantaron trabajando toda la vida. Y hoy no tenemos nada”.
Sin recursos, sin respaldo estatal, tomó una decisión que nunca imaginó, pedir ayuda. “Ya no me da vergüenza. En algún momento ayudamos a otros, con 500, 1000 pesos. Ahora nos toca a nosotros. Con un poco entre todos, se puede”.
Claudio compartió el alias bancario de su madre, cuadra.europa.c elda, para quienes puedan y quieran colaborar económicamente. También abre las puertas de su casa para quienes puedan ofrecer mano de obra: Panamá 1335, en el corazón de un barrio golpeado y olvidado.
Mientras otros vecinos lograron reconstruir en semanas, él sigue esperando. “Algunos levantaron la casa en cinco minutos. Nosotros estamos muy mal. Y no sabemos hasta cuándo”.
