En el playón de la Universidad Nacional del Sur, docentes y no docentes de esa casa y de la Universidad Tecnológica Naciona se plantaron en una semana de paro y lucha que refleja una realidad urgente, la universidad pública está al borde del colapso por falta de presupuesto, aumentos salariales y reconocimiento estatal, sostienen.
La medida, que tiene alcance nacional en las 57 universidades públicas, es el síntoma y la denuncia de una crisis de fondo.
“La crónica de una medida anunciada”, describió Zaninelli, quien recordó que las advertencias habían sido claras desde antes del receso inverna, sin mejora en las condiciones salariales y presupuestarias, el segundo cuatrimestre “peligra”. Y así fue. Desde septiembre del año pasado, no hay diálogo formal con el gobierno. La paritaria está cerrada de facto y los aumentos otorgados se deciden unilateralmente, siempre por debajo de la inflación real. Desde mayo, los salarios están congelados, y la pérdida acumulada alcanza un 45%.
Patricia Benedetti, investigadora y docente de la UTN, aportó un dato demoledor para poner en perspectiva el impacto económico real, un docente con 20 horas semanales y una carga de unos 100 alumnos gana un salario básico de 371.500 pesos, que llega a poco más de 500.000 con complementos “en negro”. Para ellos, la precariedad no es sólo un problema salarial, sino una cuestión de dignidad y supervivencia, “Es un salario que no está en la pobreza, sino en la indigencia”, afirmó.
El conflicto no es solo dinero, advirtieron. El problema también es la política presupuestaria del Estado, que en dos años consecutivos no aprobó un presupuesto nacional para las universidades, dejando a las casas de estudio en manos de partidas discrecionales, insuficientes para su funcionamiento. Las becas estudiantiles no se actualizan, las obras sociales están en crisis, y la ciencia y tecnología carecen de financiamiento para sostener sus proyectos.
El reciente dictamen de una nueva ley de financiamiento universitario, aprobada en Diputados pero con la amenaza de veto presidencial, añade un capítulo más a la lucha, “Si no defendemos esta ley, el futuro de la educación pública está en jaque”, sentenció Benedetti.
La realidad es cruda, sin aumentos reales, sin presupuesto y con la amenaza de recortes profundos, la universidad pública enfrenta un ajuste que no solo merma salarios, sino que condena a un sistema esencial para el desarrollo y la equidad social.
