En la esquina de Río Negro y Chile, Lumila Mallea vivió lo impensado, fue embestida por un Ford Focus y, segundos después, arrollada por una Ford EcoSport. El segundo vehículo la dejó atrapada debajo, hasta que personal de emergencias y vecinos lograron rescatarla.
La mujer, que estaba consciente durante todo el episodio, recuerda cada instante, “Sentí el golpe del primer impacto y del segundo también. Me acuerdo qué raspón tengo y por qué lo tengo en cada parte del cuerpo”.
En ese momento, su mayor desesperación fue no poder respirar, “Quedé en una posición en la que tenía el pecho contra el auto y las piernas boca abajo. Sentía mucha presión y no podía respirar. Pensaba en mi hija todo el tiempo. Lo único que quería era volver a casa”.
Tras más de una semana internada en el Hospital Municipal, Lumila continúa su recuperación. La zona más comprometida es la cadera y todavía no puede ponerse de pie. “Es día a día… incluso hora a hora. Uno está acostumbrado a ir y venir, a ser independiente, y de golpe depender de todo te aloca”, admite.
A pesar del dolor físico y las secuelas emocionales, su gratitud es evidente, “Estoy acá porque tengo gente que me respalda, mi familia, mis amigas, mi pareja. Y después de esto, no me acuestan más. Olvídense de mí y esta cama”.
Mientras avanza el proceso de rehabilitación, Lumila sostiene la misma meta, volver a caminar. “Quiero salir corriendo”, dice, con la certeza de que, cuando lo logre, nada la detendrá.
