En un sistema de salud que a menudo se orienta a la urgencia y a la atención tardía, las consultas de enfermería se perfilan como un espacio vital para la prevención, la promoción de hábitos saludables y la mejora en la calidad de vida. Patricia Ruíz, enfermera universitaria, explica que estas consultas no están reservadas solo para quienes atraviesan problemas de salud, sino que están abiertas para cualquier persona, incluso para quienes se consideran sanas.
“Una consulta de enfermería es, en primer lugar, un espacio clínico y terapéutico, pero sobre todo un espacio educativo”, dice Ruíz. “Allí, las personas pueden acudir cuando tienen dudas, cuando están sanas o cuando están transitando un problema de salud.”
La importancia de estos espacios radica en que generan un lugar de confianza donde la persona puede aumentar su conciencia sobre su propio cuerpo y bienestar, lo que a su vez facilita una atención programada y temprana. Esto, según Ruíz, contribuye a descongestionar las guardias de emergencia, donde la atención suele ser más costosa y menos personalizada.
Pero, ¿qué situaciones específicas pueden abordarse en una consulta de enfermería si no se presenta una enfermedad concreta? La respuesta apunta a un abordaje integral y preventivo, “Se trabaja sobre cómo la persona se alimenta, cómo duerme, cómo se relaciona con su entorno y cuáles son las barreras que enfrenta para mantener una buena salud”, señala Ruíz. En particular, se enfoca en la promoción y prevención, no solo en el tratamiento de enfermedades.
Este enfoque adquiere un valor especial en el ámbito oncológico. La consulta de enfermería acompaña al paciente más allá del tratamiento médico, ayudando a prevenir efectos secundarios y brindando soporte emocional, lo que influye directamente en la calidad de vida, “El proceso oncológico se transita con emociones fuertes, y el acompañamiento ayuda a que el paciente pueda adaptar su tratamiento a la vida cotidiana”, explica Ruíz.
El desafío, sin embargo, sigue siendo cultural, la conciencia sobre la importancia de estos espacios suele llegar solo después de la enfermedad. “Lamentablemente, las personas no toman conciencia hasta que enfrentan un problema de salud. Pero una vez que lo hacen, replican la experiencia y fomentan estas consultas entre su entorno”, comenta la enfermera.
Los resultados no son menores, quienes adoptan este tipo de seguimiento precoz no solo mejoran su calidad de vida, sino que llegan a consultar antes a otros especialistas, evitando complicaciones graves. “Un paciente que no se alimenta bien o que tiene problemas de presión arterial, por ejemplo, puede detectar a tiempo estas señales y evitar una urgencia”, señala Ruíz.
