Deportes

Quién es Nadia Podoroska, la rosarina que no quiere despertarse del sueño en Roland Garros

Compartir

Se clasificó hoy a la tercera ronda, todo un logro para el tenis femenino nacional. Su primer entrenador, Celso Fernández, contó en diálogo con Toda Pasión cómo fueron los comienzos de La Rusa, de quien hoy todos hablan.

Acaso fue en la mesa de ping pong de su casa familiar de Rosario o en las charlas de tenis que en ese núcleo eran habituales, casi permanentes, donde puede ubicarse el origen del oficio de tenista de Nadia Podoroska (10 de febrero de 1997). No vino este acaso como reflejo de lo que hacían Irene y Marcelo, sus padres, dueños de una farmacia que atienden, ni su hermano mayor, Iván. Lo tuvo, sin embargo, tan claro desde tan temprano, que hubo que hacer con ella una excepción cuando empezó a jugar a los cinco años.

De esa historia, el inicio de la formación de Nadia en el Club Atlético Fisherton, fue artífice Celso Fernández, un reconocido iniciador y entrenador de tenis de la ciudad de Rosario, quien en diálogo con Toda Pasión recordó aquel tiempo del génesis.

-¿Te toma por sorpresa la clasificación de Nadia a la tercera ronda de Roland Garros?

No es una sorpresa para nada, era algo que tarde o temprano iba a suceder, salvo algún imponderable o alguna cosa relativa a lesión. Era algo que se iba a dar en la carrera de Nadia porque las condiciones estaban dadas para eso, por eso no me sorprende que tenga este presente y es más, pienso que lo suyo empieza ahora y no me refiero a que vaya a ganar el torneo ni nada sino a que está despegando definitivamente su historia.

-¿Cómo empezó tu relación de formador con ella?

Estamos hablando del año 2002, cuando empezó todo y hasta el 2007, que estuvo conmigo. La trajo la mamá a una clase grupal, ella tenía cinco años y estaba muy por debajo de la edad que nosotros tomábamos para empezar e incluso su madre me dijo que en otras escuelas la habían rebotado por la edad. Hoy ya se acostumbra a que los chicos empiecen con mini tenis a los cuatro años pero entonces nosotros arrancábamos a los seis o siete, pero ella empezó con cinco. La tomamos porque era increíble su manera de correr, su ánimo, su personalidad.

-¿Qué característica viste de ella a tan corta edad?

Hace 35 años que doy clases y en ella vi algo extraordinario, fuera de lo común. Desde lo motriz era alguien muy pero muy distinta al resto de los cientos de chicos que yo he visto. Y aparte su actitud, su personalidad avasallante, sus ganas de competir, se destacaba mucho en eso. Además siempre fue una chica muy inteligente, abanderada en su escuela.

-Fue la propia Nadia quien comentó con pesar que producto de su dedicación al tenis tuvo que alterar su educación convencional y usted vivió junto a ella una parte de esa etapa. ¿Cómo lo recuerda?

Ella iba al colegio Integral Fisherton, que queda muy cerca del club. Pero incluso recuerdo que ella lo que quería era poder cursar en el Politécnico, una institución muy importante de Rosario, al que iba su hermano, pero ya se sabía que era incompatible su carrera de profesional con esa escuela tan exigente, que tiene mucha carga por el doble turno. Ella empezó ahí y al poco tiempo la tuvo que dejar porque estaba todo el día entrenando.

-¿Recuerda la charla que tuvo con su madre aquella vez en que la llevó a esa primera clase grupal?

Si, lo recuerdo perfecto. Que ella quería jugar. Irene, me decía eso. Que ya había pasado por un par de clubes que no la habían tomado, no la habían vuelto a llamar, y me acuerdo que cuando la trajo nosotros hablábamos de las formalidades del comienzo pero Nadia ella estaba con los ojos dentro de la cancha, queriéndole pegar a la pelota, no le importaba lo que hablábamos, ella no quería protocolos.

-¿Cómo era Nadia a los cinco años?

Era muy locuaz, con una voz muy finita, chillona (comenta y se ríe)…. Y con mucho carácter cuando se enojaba. Incluso hablábamos mucho con la madre para estar atentos a esa parte de su personalidad y hubo un buen trabajo en ese sentido también. Ella tenía una madurez intelectual increíble que estaba en paralelo con su madurez motriz, lo que le permitía destacarse e incluso con ella se hizo un entrenamiento especial cuando tenía ocho años, de una exigencia y metodología definida, porque así lo pedían sus características y las circunstancias para no perder etapas de su desarrollo.

-¿De donde viene el gusto de La Rusa, como le dicen a Nadia, por el tenis?

Mirá, es extraño. Irene, la mamá, y Marcelo, el papá, tiene una farmacia. Él es relojero pero atiende la farmacia con su esposa. Su hermano mayor, Iván, tomó clases pero no se dedicó y la menor Priscila, lo mismo. Irene me decía que en la casa se hablaba mucho de tenis, que se jugaba mucho al ping pong pero no sé si eso habrá tenido que ver con su decisión. Sí sé que tenía una particular admiración por Gabriela Sabatini, hablábamos bastante de ella.

-¿Recuerda un momento puntual en el que se materializara su caudal como tenista?

Acá en Rosario se dio un triunfo de ella muy recordado. Fue en 2006, cuando ganó un torneo G3 de 12 años, pero ella tenía nueve. Todos empezaron a hablar de ella en ese momento porque se empezó a ver que era una jugadora diferente.

-¿Cómo la describiría como tenista?

Es una jugadora muy técnica. Hoy se animó a tirar drops en momentos importantes, voleó relativamente segura, es una jugadora completa. Lo que pasa es que tiene un drive y un revés tan consistente que todo su juego pasa por ahí, pero cuando tenga que buscar otras opciones, de seguro que tiene las herramientas para aplicar en todas las canchas. La veo técnicamente muy provista. Recuerdo de ella algo que casi no se ve en el común de los chicos: a los nueve años sacaba con top, es decir que raspaba la pelota hacia arriba y eso es muy complejo. Y es mentalmente muy fuerte, algo sustancial en este deporte donde las diferencias, a esta altura, están en la madurez y en la experiencia, no tanto en cómo golpea la pelota.

-¿Era Nadia de esos talentos determinados desde muy temprano?

Mirá, no quiero responderte con una frase hecha pero ella firmemente quería ser tenista y me acuerdo de algo que me marcó una vez: antes de jugar su primer torneo oficial en el circuito local, fuimos a pasear al club unos días antes de que le tocara jugar. Estábamos en jean y campera, nada nos podía identificar con algo que se relacionara con el tenis, y yo veía cómo le brillaban los ojos, estaba en su ambiente, me acuerdo de eso y me emociono. Aún no conocía a nadie, sólo habíamos ido a ver el torneo que iba a jugar para que no lo conociera el día que tuviese que jugar, y al año la gente ya la reconocía en todos lados. Me acuerdo que estaba deslumbrada con toda la movida tenística, las mesas con sombrillas, el llamado a los jugadores, los bolsos, todo.

-¿Se siente parte del presente de Nadia?

No sé si parte… A mí me da mucho orgullo lo que le pasa, fueron años muy lindos. Actualmente tengo una escuela, doy clases desde el año 92. Yo siempre di clases formativas, de iniciación, pero despunté el gusto del entrenamiento en ocasiones aisladas con jugadores que he tomado pero no ha sido mi dedicación principal el entrenamiento, que es el nivel que le sigue al de iniciación. El caso de Nadia fue uno de esos particulares en que me dediqué a entrenarla y a acompañarla.

-¿Cómo acompañó la familia Podoroska el proceso de formación?

Tanto su familia como sus amigos y conocidos fueron también importantes. En el club Fisherton no había dudas de que era alguien que iba a llegar y esto no significa que va a estar entre los 10 del mundo pero sí que iba a ser una gran profesional por cómo estaba dado su entorno, con una familia muy bien predispuesta, con padres muy centrados, que no la presionaban para nada, que me dejaban trabajar tranquilos y eso es la mitad del proceso. Por eso también no me sorprende lo que le pasa porque la cosa venía madurando, tarde o temprano se iba a dar.

-¿Si hoy piensa en Nadia, cuál es el primer recuerdo que aparece?

Mis recuerdos son de alguien sumamente encantadora, aparte muy inteligente, una chica querida que fue abanderada y creo recordar que también fue mejor compañera, aunque esto último no te lo aseguro porque quizá sea algo que da vueltas en mi cabeza como consecuencia de mi fanatismo. Ella cuando viene a Rosario habla con todos, atiende a todos. Y eso dice mucho de alguien, eso es Nadia.

Lo que viene

Tras vencer hoy a la kazaja Yulia Putintseva, por la tercera ronda de Roland Garros 2020 Nadia Podoroska enfrentará a la eslovaca Anna Karolina Schmiedlová, quien dio uno de los golpes del día en el cuadro femenino al derrotar por un doble 6-2 a la bielorrusa Victoria Azarenka, finalista del US Open 2020.

Fuente: TN

Esta entrada ha sido publicada el 30 de septiembre, 2020 19:00

Deja un Comentario