Después de una carrera olímpica, Santiago Álvarez Fourcade volvió a jugar en Sportiva

Santiago Álvarez Fourcade volvió. No como el medallista olímpico ni como figura de Los Pumas 7s. Volvió como lo que siempre fue: un pibe de Bahía Blanca, uno más en Sportiva. El municipio lo reconoció como deportista destacado, y ese gesto, institucional y emotivo, pareció sellar un círculo: el del niño que soñaba con la ovalada en el club y el hombre que regresa, más de una década después, a calzarse la camiseta de Sportiva.

“Siempre es lindo tener este tipo de reconocimiento, más cuando viene de la ciudad donde nací, donde me crié de muy chiquito. Estoy muy contento y alegre de estos días que estoy viviendo en Bahía”, expresó.

Santiago, 31 años, tres Juegos Olímpicos en el lomo, medalla en Tokio, referente internacional, y ahora, otra vez entre los suyos. “Me fui con 17 años, en 2011, y desde entonces no había jugado más en el club. Volver, jugar con mis amigos de camada, tener un sábado de club… es algo difícil de poner en palabras. Lo agradezco de todo corazón.”

Su vuelta no fue casual ni improvisada. Hacía años que rondaba la idea. Pero esta vez, las condiciones se alinearon. “Nos quedaron muchos meses sin competencia hasta noviembre. A través de la UAR me habilitaron, y ahí ya me agarró ese hormigueo en la panza. Quería sacarme la espina de no haber jugado en Primera. Poder devolverle un poquito al club, aunque sea en estas dos fechas.”

Y ese “poquito” se volvió gigante. El recibimiento fue cálido, fraterno, espontáneo. “Los chicos me abrieron los brazos de una. Muchos no los conocía porque son más chicos, pero me ayudaron mucho a adaptarme. Hace mucho no jugaba 15, y también entendía que podía parecer raro: un jugador que llega, juega dos fechas y se va. Pero fue todo lo contrario. Me hicieron sentir parte. Hasta hicimos un asado con casi 100 personas. Eso es lo que más me va a quedar de estas dos semanas.”

A la hora del balance, Álvarez Fourcade no se marea. Reconoce que su carrera superó todo lo que imaginaba a los 17, pero no se permite caer en el confort. “No hay que conformarse nunca. El deportista siempre está buscando más. Así que seguiré trabajando en esta etapa final, disfrutando lo que hago.”