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sábado 12 de julio
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“Yo era David y él, Goliat”: el bahiense Neri Muñoz sorprendió al mundo con un nocaut histórico en Rusia

En un rincón del mundo lejano, bajo el frío ruso y rodeado por un público que esperaba una victoria local segura, Neri Muñoz dio el golpe más resonante de su carrera. El púgil bahiense venció por KOT en el segundo round al georgiano Khariton Agrba, quien llegaba invicto y con un historial que intimidaba: más de 300 peleas como amateur, campeón mundial en categorías menores y una promesa firme del boxeo europeo.

Yo era David y él, Goliat”, resumió Muñoz, todavía con la adrenalina a flor de piel. Las apuestas lo daban 151 a 1. Nadie apostaba por él. Nadie, excepto él mismo.

El desenlace fue tan rápido como fulminante. Un instante de lectura perfecta, un golpe certero, y Agrba cayó sin respuestas. “Hemos hecho un buen campamento, invertimos muchísimo para esta pelea. Cuando lo vi caer, no me sorprendí”, contó. Su preparación incluyó sparrings internacionales, entrenamientos milimétricos y un nivel de exigencia altísimo: “Era un momento que veníamos buscando. Sabíamos que si se daba, era así, fugaz y definitivo.”

Pero más allá del resultado, la pelea fue un acto de resistencia y fe. “Yo tenía muchísima fe. Esta era mi historia de David contra Goliat. Tenía tres piedras en la mano, pero sabía que estaba acompañado por Dios”, explicó el bahiense, con emoción contenida.

Muñoz no oculta la dureza de ser boxeador en Argentina: el sacrificio económico, la escasa visibilidad, las chances que llegan lejos y con esfuerzo extremo. “En Sudamérica no se retribuye como en otros lugares. Este triunfo es también un alivio. Estamos a un paso del sueño: la chance mundialista.”

Su futuro inmediato es esperar el movimiento del campeón actual, posiblemente en una pelea de unificación. Mientras tanto, acelera trámites de visado con su equipo para prepararse para su próxima gran cita, probablemente en Estados Unidos. “Si no es por el título, será una pelea muy taquillera igual. Pero nosotros estamos listos.”

Lejos del cuadrilátero, su familia sigue siendo el motor. “Sin ellas no estaría acá. Ellas me vieron boxear desde chico. Les cuesta cuando estoy lejos, pero entienden lo que me juego en cada viaje.”

En Ekaterimburgo, en apenas unos segundos, Neri Muñoz no solo venció a un invicto. También tumbó prejuicios, silencios, distancias. Demostró que, incluso hoy, los milagros también se entrenan.

“Yo era David y él, Goliat”: el bahiense Neri Muñoz sorprendió al mundo con un nocaut histórico
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