En 2024, Argentina registró el nivel más bajo de muertes por accidentes de tránsito en más de una década, pero los números siguen siendo alarmantes: 4.027 personas perdieron la vida en siniestros viales, lo que equivale a una tasa de 8,6 muertes cada 100.000 habitantes. La tendencia descendente iniciada en 2018 continúa, aunque la magnitud del problema exige redoblar esfuerzos en prevención y control.
La tasa de mortalidad en accidentes bajó de 10,2 a 8,6 casos cada 100.000 habitantes en Argentina, pero sigue siendo equivalente a 11 muertes diarias
Siniestros viales fatales en moto (Foto ilustrativa)
Las víctimas fatales motociclistas sumaron 1.680 casos. La mortalidad resultó especialmente crítica en el NOA y NEA, donde más del 60% de las víctimas mortales se movilizaban en moto. Los siniestros con motociclistas suceden mayormente en vías urbanas, mayormente en calles y avenidas, y tienden a incrementarse durante la noche.
El 52% de los siniestros fatales ocurrieron en rutas nacionales y provinciales, mientras que el 28% se localizó en calles y el 14% en avenidas. Solo el 4% tuvo lugar en autopistas. La forma más común fue la colisión o choque entre dos vehículos, que representó el 57% de los episodios fatales. Luego los siguieron el atropello a peatones en un 13%, los vuelcos es un 11%, las caídas un 7%, los choques un 6%, y los despistes o salidas del camino, en un 3%.
Horarios y tipo de accidente que más víctimas provoca
La incidencia temporal muestra dos franjas de mayor riesgo: primeras horas de la mañana, entre las 6 a las 7, y la franja de la tarde-noche dada entre las 19 y las 21 hs. Estas horas coinciden con dos factores en simultáneo: el inicio o la finalización de actividades laborales, escolares y sociales, y el horario promedio en el que amanece y anochece, los dos momentos más críticos de visibilidad en las rutas, donde ocurre la mayoría de los siniestros viales. Además, hay un incremento de los incidentes durante los fines de semana.
La estadística oficial atribuye el 90% de los siniestros viales a causas vinculadas con errores humanos prevenibles: excesos de velocidad, distracciones, consumo de alcohol, fatiga o falta de respeto a las normas. Este patrón se replica en todas las regiones, con variaciones asociadas a la infraestructura y políticas de control.
Las autoridades enfatizan la influencia de factores emocionales sobre el riesgo en la conducción. Según la ANSV, conducir bajo estados de ansiedad, enojo o cansancio eleva hasta un 30% la posibilidad de estar involucrado en un siniestro grave.
La incidencia temporal muestra dos franjas de mayor riesgo: primeras horas de la mañana, entre las 6 a las 7, y la franja de la tarde-noche dada entre las 19 y las 21 hs.
El referente del sector seguros, Eugenio Muerza, resume el principal desafío entorno a la transformación social. “La pregunta es incómoda, pero necesaria: ¿Cuántas muertes más vamos a tolerar antes de cambiar hábitos? No alcanza con controles ni con multas, necesitamos una transformación cultural. Que la seguridad vial se discuta en las escuelas, en las sobremesas, en los medios. Porque nadie está exento y todos podemos ser parte del cambio. No es destino. Es decisión. Y empieza cada vez que alguien se sube a un vehículo”, señaló el experto.
La evaluación actual muestra que los siniestros viales no responden al azar, ni solamente a deficiencias estructurales, sino a una suma de hábitos y descuidos cotidianos, en los que inciden tanto la responsabilidad individual como la eficacia de las políticas públicas.
Esta entrada ha sido publicada el 10 de julio, 2025 17:02
Deja un Comentario