Brasil comenzó una nueva era. Luiz Inácio Lula da Silva asumió por tercera vez la presidencia de la mayor economía de América Latina con el prioritario objetivo de construir consensos para alejar los oscuros fantasmas agitados en las últimas semanas por los sectores más radicalizados del “bolsonarismo”.
Su discurso de asunción en el Congreso dejó en claro que su gestión girará en torno a dos grandes ejes: una fuerte política social para rescatar del hambre a más de 30 millones de brasileños, que incluya un impulso a la salud y la educación, así como la mejora de políticas vinculadas al Medio Ambiente, abandonadas durante el mandato de Jair Bolsonaro.
Pero la realidad es mucho más compleja. En Brasil nadie duda de que el mayor interrogante de su gestión estará puesto en la economía.
La difícil tarea de construir consenso en un país dividido en dos
La grieta brasileña es tan o más profunda que la que atraviesa a la Argentina. Los odios y divisiones lucen absolutamente irreconciliables en el país vecino. De hecho, existía un temor latente a ataques y atentados orquestados por grupos de bolsonaristas radicalizados que vienen reclamando un golpe de Estado “con Bolsonaro en el poder” desde que se conoció el triunfo de Lula en el balotaje del 30 de octubre.
Bolsonaro dejó crecer ese movimiento golpista con su silencio y por su pertinaz negativa a admitir la derrota en las elecciones. Incluso, aún hoy, se sigue mostrando como “candidato a la reelección” en su cuenta oficial de Twitter con Lula ya asentado en el Palacio del Planalto, sede del ejecutivo.
Lula es consciente de esta difícil trama política y viene tejiendo una vasta red de consenso desde su victoria en las urnas para evitar un contragolpe de la derecha más radical. Bolsonaro viajó a Estados Unidos para evitar traspasar el mando, pero nadie duda de que sus seguidores estarán agazapados esperando el más mínimo traspié.
“Creo que el eslogan que el nuevo gobierno adoptó, ´Unión y Reconstrucción´, sintetiza bien el intento del nuevo presidente. Se vio en la transición y en la composición del Gabinete un esfuerzo de ampliación del arco político de apoyo en el Congreso”, afirmó a TN el analista brasileño Antonio Lavareda. (TN)