El oftalmólogo Gustavo Fabián Erburu, del Centro Privado de Oftalmología Megavisión, brindó precisiones sobre una de las patologías más frecuentes y silenciosas en la población mayor: la Degeneración Macular Relacionada con la Edad (DMRE).
“Es una afectación que ocurre en la zona central de la retina, donde están las células más especializadas para enfocar los detalles finos de una imagen”, explicó Erburu, y destacó que la enfermedad compromete principalmente la capacidad de leer, reconocer rostros y ver subtítulos en televisión.
Se trata de una patología degenerativa y progresiva, que suele manifestarse en personas mayores de 60 años y puede avanzar sin síntomas notorios al comienzo. La mácula, ubicada en el centro de la retina, es la región clave para la visión central, y su deterioro puede llevar a una pérdida visual significativa, aunque no necesariamente a la ceguera total.
La DMRE se clasifica en dos tipos: la seca, que representa cerca del 80% de los casos y tiene una progresión más lenta, y la húmeda, menos común pero más agresiva, donde se desarrollan vasos sanguíneos anómalos que pueden sangrar o generar cicatrices.
“En la forma seca el paciente puede notar una visión borrosa o que las líneas rectas se ven torcidas; en la forma húmeda, los síntomas aparecen de forma más abrupta”, detalló el especialista. Entre los síntomas más comunes están la distorsión de las líneas rectas, la aparición de manchas oscuras en el centro del campo visual y la pérdida gradual de nitidez.
El diagnóstico se realiza mediante un examen oftalmológico de fondo de ojo y estudios por imágenes como la tomografía de coherencia óptica (OCT), que permite observar en detalle las capas de la retina.
“El tratamiento depende del tipo de degeneración. En la forma seca se apunta a ralentizar el avance con suplementos antioxidantes y control de factores de riesgo. En la húmeda, se aplican inyecciones intraoculares de medicamentos antiangiogénicos”, indicó Erburu.
El profesional también advirtió que el tabaquismo, la hipertensión, la obesidad y la exposición solar sin protección son factores que incrementan el riesgo de desarrollar esta patología. Por eso, insistió en la importancia de “los controles periódicos con el oftalmólogo, especialmente a partir de los 50 años”.
Finalmente, Erburu hizo hincapié en la necesidad de promover el acceso a campañas de detección precoz: “Cuanto antes se detecte, más se puede hacer para preservar la visión”.
