A dos años de la tragedia ocurrida en el Club Bahiense del Norte, Ariel Ferro, uno de los sobrevivientes, puso en palabras el proceso de recuperación física y emocional que atraviesa desde aquel día. “Es inevitable. Es más, tengo conocidos que hoy me mandaron un feliz cumpleaños. Es como volver a nacer después de todo lo que me ha pasado”, expresó, al señalar que la fecha sigue siendo un punto de inflexión en su vida y en la de quienes estuvieron presentes durante el derrumbe.
Ferro recordó que aquel día se encontraba en el club junto a su hijo y que su hija estaba en otra zona de la institución. “Tendría que haber sido una fiesta, una reunión familiar, y las cosas pasan y pasó”, señaló, al tiempo que reconoció que la tragedia también atraviesa a sus hijos, con quienes el tema sigue presente en la vida cotidiana. “Convivimos con lo que nos pasó y con capacidades diferentes a las que teníamos antes”, afirmó.
En relación con la causa judicial, explicó que sigue el proceso a través de sus abogados y del contacto con familiares y conocidos, aunque remarcó su disconformidad con los tiempos. “La verdad que va bastante lento. Me gustaría que sean otras resoluciones, pero así es la justicia”, dijo, y consideró que deberían investigarse más responsabilidades: “Creo que debería haber más personas. Confío en que la justicia seguirá avanzando en esto, aunque me cuesta creer que vayamos mucho más allá”.
El impacto de lo ocurrido se refleja, según contó, tanto en lo emocional como en lo físico. “La sensación que aparece todos los días es dolor”, relató, al enumerar las secuelas que aún padece: lesiones en la columna, la pelvis y el pie izquierdo, pérdida de fuerza y limitaciones para caminar. “Jugaba al fútbol, corría, hoy empecé a hacer natación porque me lo recomendó el médico. De a poco voy recuperando masa muscular”, explicó, y recordó que llegó a perder 25 kilos tras el accidente.
Ferro también habló de los recuerdos que se reactivan con sonidos, imágenes o tormentas. “Al principio tenía muchas pesadillas, hoy es más calmado, pero hay fechas que inevitablemente traen recuerdos”, sostuvo. En ese camino, destacó el vínculo con otros sobrevivientes y familias: “Con algunos estamos en contacto, nos damos ánimo y fuerza. Los que pasamos por eso nos entendemos, la vida nos cambió de un día a otro”.
Finalmente, contó que volvió tanto al club como al Hospital Municipal como parte de un proceso personal. “No es masoquismo, es enfrentarlo”, aseguró. “Aceptar que mi cuerpo no era el mismo fue el gran cambio. Ahí bajé un cambio y dije empezar de nuevo, tratar de estar lo mejor posible y compensar los daños que tuve en el cuerpo”, concluyó.
