La tarde del lunes comenzó como cualquier otra sobre la Ruta 228, a la altura del kilómetro 20, cerca del límite entre Necochea y San Cayetano. Pero en cuestión de horas, lo que parecía un accidente vial se convirtió en uno de los hechos más estremecedores del año. Un hombre se suicidó, la policía encontró a sus dos hijos asesinados y, horas después, a su pareja sin vida en su casa de Tres Arroyos.
Fernando Dellarciprete, de 40 años, era oriundo de Tres Arroyos y había sido recientemente desvinculado de su trabajo en una conocida maltería. Según relata Ian Larsen, periodista de EcoDiario de Necochea, el hombre renunció tras denunciar situaciones de acoso laboral por parte de su entorno. A raíz de ello, adquirió un camión y comenzó una nueva etapa, aunque su salud mental ya daba señales de alarma.
“Fernando estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Tomaba medicación que, según le decía a su familia, le provocaba somnolencia al conducir. Eso lo angustiaba, y por miedo a provocar un accidente, decidió dejar de tomarla. Apenas tres días después, ocurrió la tragedia”, relató Larsen.
La versión que reconstruyen los medios locales, como EcoDiario, y las fuentes cercanas a la familia indican que Fernando había sido advertido por profesionales de salud del municipio que no estaba en condiciones de abandonar la medicación, incluso sugiriendo una posible internación. Su hermano, según trascendidos, quedó a cargo de un seguimiento cercano. Horas antes del hecho, habría recibido un llamado del propio Fernando advirtiéndole que estaba por cometer “una locura”.
El crimen se desarrolló en tres escenarios: Tres Arroyos, donde fue hallado el cuerpo de Rocío, su pareja; un tramo rural del límite entre Necochea y San Cayetano, donde fueron hallados los cuerpos de los niños, de 4 y 8 años, cerca de una zanja, y la Ruta 228, donde Fernando se suicidó.
“Al principio solo sabíamos de un suicidio en la ruta. Después empezaron a aparecer los datos: dos nenes muertos al costado de un vehículo y, más tarde, la confirmación del asesinato de la madre en Tres Arroyos. El camionero que lo atropelló quedó destrozado emocionalmente, aunque no tuvo ninguna responsabilidad: Fernando se arrojó directamente”, explicó Larsen.
En el caso no constan denuncias previas por violencia de género ni antecedentes que hicieran prever semejante desenlace. Lo que sí existía era una fragilidad psíquica evidente, y un sistema de atención que no logró contenerla a tiempo.
Para Larsen, el hecho deja al descubierto la desatención estructural que existe en torno a la salud mental en Argentina. “Se habla poco del bullying en adultos, de lo que pasa en los ambientes laborales. Se habla poco de cómo se sale de un tratamiento psiquiátrico. Y todo eso pesa. No se trata de justificar, sino de entender cómo una persona puede llegar a este punto sin que nadie logre detenerlo”.
El caso permanece bajo investigación judicial, que intentará determinar la secuencia exacta de los hechos. ¿Cuándo fueron asesinados los niños? ¿En qué momento murió Rocío? ¿Pudo haberse evitado el final? Por ahora, hay más preguntas que respuestas.
